- Contrariamente a lo que se podría pensar, incluso el cabello graso puede beneficiarse del “oiling”, siempre que se elijan aceites ligeros y no oclusivos. Por ejemplo, el aceite de jojoba es capaz de equilibrar el cuero cabelludo sin apelmazarlo. Este aceite también es perfecto para hidratar el cabello fino sin añadirle peso. Agregar aceites esenciales como lavanda, romero o menta piperita puede potenciar el efecto equilibrante. Aplica el aceite con moderación, concentrándote en los largos, y enjuaga cuidadosamente para evitar residuos.
- El cabello seco requiere una hidratación intensa y aceites nutritivos como el de coco, rico en ácidos grasos que penetran profundamente en la fibra capilar, o el aceite de argán, famoso por su capacidad para reparar daños y devolver suavidad y brillo. Para un tratamiento intensivo, aplica una cantidad generosa de aceite en los largos y déjalo actuar toda la noche. Repite el tratamiento dos veces por semana para obtener resultados visibles.
- El cabello rizado tiende a ser más seco y encrespado, por lo que el “oiling” es particularmente útil para definir los rizos y mantenerlos suaves. El aceite de ricino, denso y nutritivo, es ideal para fortalecer el cabello y estimular su crecimiento, mientras que el aceite de almendras dulces ayuda a disciplinar e hidratar. Aplica el aceite sobre los rizos húmedos como acondicionador sin enjuague para mantener la forma y reducir el encrespamiento durante el día.
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