1. QUITAR EL PELO. Quita todo el pelo posible de las cerdas con unas pinzas o con los dedos.
2. LAVAR EL CEPILLO. Llena el lavabo o un cuenco grande con agua templada. Añade un chorro generoso de champú y agita el cepillo en la solución para crear un poco de espuma.
3. DÉJALO EN REMOJO. Deja el cepillo en remojo durante 10 minutos antes de utilizar un cepillo de dientes limpio para frotar entre las filas de cerdas y alrededor del mango.
4. FRIEGA CON BICARBONATO. Sumerge el cepillo de dientes húmedo en un poco de bicarbonato seco y sigue frotando. El bicarbonato actúa como un abrasivo suave para eliminar la suciedad.
5. ENJUAGAR BIEN. Aclara bien el cepillo con agua tibia y sacude el exceso de agua. Colócalo sobre una toalla con las cerdas hacia abajo para que se seque.
6. DESINFECTAR EL CEPILLO. Mezclar a partes iguales alcohol isopropílico y agua. Sumerge el cepillo en la solución y colócalo sobre una toalla, con las cerdas hacia abajo, para que se seque al aire.